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Elevador al país en el segundo piso, por favor.

Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea


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Nunca falta el listillo que llega a preguntarle: ¿Cuál es el país más pequeño del mundo? Gastada la pregunta, la mayoría —expuesta previamente a los medios que dan la respuesta— dice: El Vaticano. Zanjado el asunto, el listillo se va cabizbajo pensando en la siguiente zancadilla. Mas hay un remate, querido lector, con el que el jaque no sólo se evita, sino que se revierte, pues existe un Estado soberano más pequeño y que —a diferencia de otras curiosidades— es reconocido internacionalmente por un abanico de gobiernos.


Emblema de la Orden Militar de Malta en la fachada de San Giovannino dei Cavalieri, Florencia

 


La Ciudad del Vaticano y San Marino no son los únicos países que existen dentro de Italia. El tercero es la Orden de Malta, un grupo católico religioso y laico, que es considerado una entidad soberana de derecho internacional, aunque no tenga un territorio físico, pues sólo tiene dos oficinas.

 


La fundación de la comunidad religiosa se remonta al 1048, cuando comerciantes de la república marítima de Amalfi le endulzaron el oído —y tal vez el bolsillo—al Califa fatimí de Egipto y consiguieron un permiso para construir en Jerusalén una iglesia, un convento y un hospital con el nombre de Orden del Hospital de San Juan. Este grupo de cohermanos religiosos sujetos a los votos de pobreza, obediencia y castidad, iniciaron con un objetivo modesto: ayudar a los peregrinos de cualquier denominación, a los pobres y a los enfermos. Adelantamos cien años y el Papa Pascual II ya la protegía y la había dotado con libertad de elegir a sus superiores sin interferencia de otras autoridades eclesiales. A la vuelta de los años aparecieron las espadas empuñadas para la defensa de la fe. Con la constitución del Reino de Jerusalén, la Orden asumió un papel militar para proteger sus centros médicos y los caminos de peregrinación. Tanto hierro desenvainado en favor del cristianismo le causó al sultán Qalawun un nerviosismo que sólo pudo curar con una fuerte dosis de mamelucos y desempolvando la yihad. Para 1219, Acre, el último gran bastión cruzado cayó, y con él, también el Reino de Jerusalén. La Orden Hospitalaria tuvo que empacar y buscar un nuevo domicilio.



Gran Maestre Jean de Valette - Antoine de Favray

 


Sin ánimo de alejarse mucho, los caballeros encontraron en Chipre su nuevo hogar. Habiendo aprendido la lección, a sus actividades añadieron la creación de una flota para proteger las rutas marinas a Tierra Santa. Sin embargo, la inestabilidad de la región restringió su expansión hospitalaria y tuvieron que cambiar de isla. En 1310, se asentaron en la isla de Rodas y gracias a los distintos actos papales, junto con el derecho a mantener y desplegar fuerzas armadas, así como un cuerpo diplomático, constituyeron la base para su soberanía internacional. En la isla gobernaba el Gran Maestre, o príncipe de Rodas, y junto a un Consejo acuñaba su propia moneda, mantenía una armada y negociaba con sus aliados europeos contra el expansionista musulmán en turno. Mas el destino le dio el boleto a uno de los más grandes, el sultán otomano Solimán el Magnífico. En 1523, los caballeros resistieron el asedio y combate contra la flota imperial otomana hasta encontrarse obligados a rendirse y a abandonar Rodas.

 


La Orden permaneció sin territorio hasta 1530, cuando el emperador Carlos V, con la aprobación del Papa Clemente VII, les concedió la isla de Malta con la condición de que sus caballeros permanecerían neutrales en cualquier guerra entre naciones cristianas. Aceptaron y treinta y cinco años después volvieron a ver las banderas otomanas. El Gran Asedio de Malta fue uno de los más importantes de la historia militar y, desde el punto de vista de los defensores, el más exitoso. La victoria cristiana disuadió a los otomanos de volver a asediar la isla y durante el tiempo de paz los caballeros transformaron su horizonte con palacios, iglesias, jardines, hospitales y baluartes defensivos. El archipiélago se consolidó como un centro de conocimiento, con escuelas de anatomía y facultades para formar médicos y farmacólogos. Además, por su posición estratégica, la Orden de Malta —entonces ya llamada así— participó en las operaciones más importantes contra la flota otomana y los piratas berberiscos en el Mediterráneo. Su intervención más contundente sucedió el 7 de octubre de 1578, cuando la flota cristiana derrotó a la otomana en la batalla de Lepanto y frenó la expansión musulmana en Europa.

 



Pasaron los siglos, y para el XVIII, Napoleón Bonaparte ocupó la isla durante su campaña egipcia de 1798. Los caballeros tuvieron que abandonar su hogar, pues doscientos cincuenta y nueve años atrás habían hecho una promesa: no alzarse en armas contra otros cristianos. Una vez más sin territorio, la ayuda llegó del lugar y del personaje más improbable del momento: el zar Pablo I de Rusia. Aun sin ser católico, y sin los requisitos legales para asumir el cargo, el Zar se convirtió en Gran Maestre por la protección que les extendió a los caballeros malteses. Cuando murió, su heredero, el zar Alejandro I, no reclamó el título y el cargo pasó al italiano Giovanni Battista Tommasi en 1803. Con la pérdida de la isla de Malta, la Orden se disolvió hasta 1834 cuando se restauró bajo el nombre corto y sencillo de recordar de «Soberana Orden Militar Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta», se instaló en Roma y ubicó su nueva sede en un edificio del siglo XVI, el Palazzo di Malta. A la Orden se le concedió extraterritorialidad en 1869 junto con su otra sede cercana, Villa Malta. Aliviados de la tensión del gobierno temporal y de todos los compromisos militares, los sucesivos Grandes Maestres pudieron centrarse en los objetivos originales de la Orden: asistencia a los pobres y enfermos.



Emperador Pablo I de Rusia (con cruz de la Orden de Malta en el pecho)

- Vladimir Borovikovsky

 


Hoy en día, la Soberana Orden Militar de Malta es reconocida por más de cien países como una entidad soberana independiente y mantiene relaciones diplomáticas con ellos. Tiene su propio pasaporte, monedas y sellos postales, y la extraterritorialidad del Palacio Malta continúa hasta el día de hoy, funcionando como capital de facto de la Orden de Malta.


Migración de la sede de la Orden de Malta

 


Así, querido lector, cuando ese listillo —que nunca falta— aparezca con su pregunta para conseguir que alguien le dé me gusta al Tik Tok en el que le está grabando, antes de responder el trillado «Ciudad del Vaticano», mejor reviértale el anzuelo y pregúntele «¿Por país te refieres a Estado Soberano?», de ahí en adelante usted lo podrá torturar a su gusto.

 

Pequeños secretos como este se encuentran en las ciudades del planeta. Muchas veces viajamos y por desconocimiento no nos damos cuenta de las historias que encierran sus callejones, que se despliegan en sus fachadas o que nos susurran sus museos. No hay nada más valioso que viajar y aprender, pero si lo segundo lo hacemos primero el recorrido será más fructífero. Por ello aquí le dejo un secreto sólo para lectores entusiastas que, como usted, llegaron al final de este artículo: clic aquí. 

 

Sólo dele clic y reciba mi agradecimiento por leerme.

 

 Palazzo di Malta, Via dei Condotti 68 Roma,

 sede de la Orden Soberana de Malta

 


 


Aprende más:

Nuestro libro recomendado es - Periplo - Viaja por el mundo con 100 cápsulas de su historia

por Fermín Beguerisse Hormaechea & Guillermo Beguerisse Hormaechea Descúbrelo en:

 

Fuentes:

Cherrygarden, Fred. 2023. Palazzo Malta. 20 de junio. Último acceso: 23 de abril de 2024. https://www.atlasobscura.com/places/palazzo-malta.

Order of Malta Ireland. 2024. History: 1048 to the present day. Último acceso: 23 de abril de 2024. https://orderofmaltaireland.org/bebuilder-2285/.

 

 

 

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