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La Isla de las Rosas

Autor: Fermín Beguerisse Hormaechea

Plataforma de la Isla de las Rosas (1967)


En el verano de 1960, en plenas aguas internacionales del mar Adriático, un ingeniero boloñés de nombre Giorgio Rosa, cansado de la burocracia italiana del momento, decidió fundar su propio Estado en altamar; ¿cómo? con ingenio y un buen grupo de amigos.



Tras haber estudiado y trabajado como ingeniero mecánico, Giorgio Rosa zarpó de la ciudad de Rímini con cuatro amigos y un grupo pequeño de trabajadores para emprender siete años de construcción marina (1960-1967). La plataforma que construyeron tenía una superficie de 400 metros cuadrados que se elevaba sobre las aguas adriáticas gracias a nueve pilotes de cemento y acero. Su isla artificial contaba con una pipa de agua potable que se alimentaba de un acuífero a 200 metros de profundidad, una zona de desembarco y una pequeña construcción habitacional de ladrillo para todos los que quisieran experimentar la soñada utopía.



Cuando la isla se abrió al público en 1967, la isla de Giorgio y sus amigos contaba ya con un restaurante, un bar, una discoteca, una tienda de recuerdos y una oficina de correos. El objetivo era claro, aprovechar del turismo de veraneo que recibía en masas la ciudad de Rímini para con ello financiar un nuevo Estado independiente al que sus habitantes llamaron: República Esperantista de la Isla de las Rosas.


Giorgio Rosa [Imagen 1] / Estampillas oficiales de la Isla de las Rosas [Imagen 2]


En 1968, la isla contó con los departamentos gubernamentales necesarios para iniciar una idílica soberanía rociada por la brisa del mar y la diversión del verano. En primer lugar y como era de esperarse, la Presidencia de la isla fue encabezada por Giorgio Rosa, seguido del Departamento de Presidencia dirigido por Antonio Malossi, el Departamento de Finanzas con María Auvernia a la cabeza, el Departamento de Industria y Comercio presidido por Luciano Marchetti, el Departamento de Interior liderado por Claro Clerks, el Departamento de Relaciones administrado por Luciano Mole y, finalmente, el Departamento de Asuntos Exteriores orquestado por Mezzini Cesarina.



Con un modelo de gobierno establecido, los siguientes pasos forjaron a La Isla de las Rosas como micronación. La oficina de correos pronto emitió sellos postales, los cuales vendían en la moneda insular llamada mill (equivalente a una lira italiana del momento), y esto, a su vez, se vio acompañado de varias solicitudes para obtener la nacionalidad, un proceso que requería del compromiso de aprender el idioma oficial de la isla: el esperanto (una lengua artificial construida en 1887 para la comunicación internacional)



Con 55 días de independencia, y por supuesto diversión al máximo, la noticia llegó a Roma y la presidencia italiana dio fin al sueño de Giorgio Rosa. A las 7:00 de la mañana del 25 de junio de 1968, embarcaciones de la Guardia di Finanza y el Arma de Carabineros ejecutaron un bloqueo naval e invadieron la isla. Los escasos habitantes abandonaron la plataforma que vio nacer a la micronación rosada, un evento que fue más tarde acompañado de varios procesos legales frente a autoridades italianas e incluso europeas en defensa de aquella minúscula porción de libertad entre la marea adriática. No obstante, esto no detuvo los casi 200 kilos de explosivos que la Marina Italiana puso en 1969 y que llevaron a la República de las Rosas al fondo del mar, dejando tan solo un eco de ella en la memoria de los habitantes costeños de Rímini.



¿Qué lleva a los seres humanos a buscar espacios donde reiniciar sus vidas? ¿O al menos perseguir momentos que les permitan acariciar un nuevo sueño y una nueva ilusión? Tal vez no sea tan extraño encontrar un Giorgio Rosa en cada uno de nosotros anhelando vientos de libertad.


No olvides ir a la sección de “Aprende más” para disfrutar un poco más de esta increíble historia.



 


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