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Leonor: La mujer de mil vidas

Autor: Fermín Beguerisse Hormaechea


Leonor de Aquitania


Duquesa, reina, guerrera cruzada y madre de reyes. Las distintas facetas de Leonor de Aquitania fascinan a todo aquel que posa la mirada sobre su historia. Con una educación formidable y dominios que representaban un tercio de la Francia moderna, Leonor era una de las mujeres más poderosas de la Europa medieval. Su influencia se sentía desde Londres hasta Jerusalén, sus encantos deslumbraban a las cortes más exigentes del momento, y su legendaria figura ha resonado en la lírica pasada y alcanzado la cultura popular del presente. En otras palabras, una mujer digna de los títulos que asumió en vida.



Leonor nació en 1122, en el seno de los duques de Aquitania. Al morir su padre, Guillermo X, Leonor asumió el ducado a los 15 años de edad y a los tres meses se casó con Luis VII de Francia (1137). Ambos fueron nombrados duques de Aquitania, pero fue acordado que el ducado permanecería independiente de Francia hasta que naciera de ellos un hijo varón y éste asumiera ambos títulos: rey de Francia y duque de Aquitania. Nada más lejos de la realidad. Lo que parecía resolverse con un buen matrimonio y un embarazo, terminó siendo un obstáculo imposible de sortear.



Al poco tiempo de su matrimonio la pareja era incapaz de concebir y empezó a distanciarse. Las murmuraciones sobre ellos corrieron por doquier y además de ello Luis sufría de una enorme culpa tras la masacre de Vitry, un crimen que carcomió su conciencia por tres años consecutivos. Durante la guerra en contra del Conde Teobaldo II de Champaña (1142–44), Luis estuvo involucrado en el asalto y la quema de una iglesia llena de miles de inocentes que buscaban refugio. Las flamas y los gritos de las víctimas que su mente repetía parecían un presagio del castigo eterno que le esperaba sino se arrepentía, por lo que decidió expiar sus pecados en una peregrinación a Jerusalén y participar en una Segunda Cruzada (1147-1151) en contra de los reinos musulmanes de Medio Oriente.





Antes de que Luis y Leonor partieran a Jerusalén, lograron dar a luz a una hija: María de Francia. Pero las leyes sucesorias bajo las que se casaron exigían un hijo varón. La pareja real zarpó esperando que el viaje fuera provechoso para ambos; sin embargo, aquello era una causa perdida. Durante la campaña, las fuerzas franco-aquitanias siguieron el ejemplo del matrimonio distante que los lideraba y también se separaron. Con el deseo de cruzar las montañas Frigias en Anatolia, Luis eligió hacerse cargo de la retaguardia, mientras que Leonor, junto con un vasallo aquitano, Geoffrey de Rancon, decidió cuidar del frente. Con perseverancia, las fuerzas de Rancon y Leonor llegaron a la cima, desde allí esperaron la llegada de Luis con el resto del ejército; nunca imaginaron el desastre que se avecinaba. Los turcos musulmanes los estuvieron siguiendo todo ese tiempo, y en cuanto vieron al ejército dividido decidieron atacar. La retaguardia fue atrapada, los que intentaron escapar fueron asesinados y muchos hombres cayeron ladera abajo, perdiéndose para siempre.



Por fortuna la pareja real sobrevivió. No obstante, su largo peregrinaje a Jerusalén siguió debilitando al ejército, y las inclemencias del viaje tampoco ayudaron a pulir las diferencias entre Luis y Leonor. Tras haber llegado a la Ciudad Santa y expiado los pecados de Luis, fue evidente que las fuerzas franco-aquitanias eran insuficientes para hacer frente a otro ataque enemigo. La decisión era definitiva: debían de volver por mar a Europa.



Una vez en París, la pareja intentó concebir de nuevo. Esperaban que de ese intento surgiera un varón tras 15 años casados, pero la vida tuvo otros planes para ellos y nació una segunda hija, Alix de Francia. Sus constantes diferencias, la intransigencia de la ley medieval y su incapacidad de concebir un varón para cumplir las expectativas políticas del momento, condenaron al matrimonio. Desde antes de partir a las Cruzadas, Leonor traía en mente anular su matrimonio bajo nulidad por consanguinidad de cuarto grado, pues era prima tercera de Luis y compartía ascendencia común con Roberto II de Francia. Bajo ese argumento, el Papa Eugenio aceptó la nulidad el 21 de marzo de 1152, y Leonor buscó un nuevo marido.



En el medievo existía el peligro de que las mujeres solteras con riquezas fueran secuestradas por reyes o nobles para casarse con ellas y reclamar así sus pertenencias, es por eso que, a los pocos días de haberse anulado el matrimonio, Leonor de Aquitania decidió elegir por ella misma y escribirle a su futuro esposo: Enrique II, duque de Normandía y heredero al trono de Inglaterra.


[Imagen 1] Ducado de Aquitania del sur al centro de la actual Francia /

[Imagen 2] Luis VII de Francia / [Imagen 3] Enrique II de Inglaterra


Ahora bien, es cierto que Enrique II no se caracterizaba por ser el esposo más fiel; su fama de mujeriego y las noticias de embarazos extramatrimoniales precedían su reputación. Sin embargo, respetó el espacio de Leonor cada vez que ella quería visitar la corte de su ciudad natal en Poitiers y consiguió asegurar el futuro de su mujer con tres hijas y cinco hijos que escalaron en la realeza europea, entre ellos el rey más famoso de Inglaterra: Ricardo Corazón de León.



Algunos creen que la corte de Leonor en Poitiers fue la "Corte del Amor", donde ella y su hija primogénita, María de Francia, combinaron y alentaron las ideas de los trovadores, la caballería y el amor cortés que caracterizaron a la Edad Media. En cambio, otros la consideran el lugar de varias intrigas y conspiraciones en contra de Enrique II. Desde la ascensión de Enrique al trono de Inglaterra, hasta el nacimiento de su hijo menor, “Juan sin tierra”, los asuntos entre Inglaterra y Aquitania fueron turbulentos, ya que los aquitanios desafiaban al rey inglés y solo obedecían a su duquesa; incluso Enrique II y Luis VII entraron en guerra por el ducado de Leonor. Con un terreno tan fértil para la discordia era evidente que los peligros podían venir de los círculos más cercanos, y así fue cuando uno de los hijos de Enrique y Leonor, llamado Enrique el menor, inició una revuelta en contra de su propio padre.


Los hijos de Enrique y Leonor


Muy probablemente motivados por su madre, Godofredo y Ricardo se unieron a la revuelta (1173-1174). El levantamiento duró solo 8 meses, y tras ser derrotados por su padre, los tres hermanos rogaron por misericordia, la cual les fue concedida junto con una jugosa dotación de tierras y dinero. Leonor no contó con la misma suerte. La duquesa y reina de Inglaterra fue prisionera durante 15 años, un tiempo que la distanció de su familia hasta su liberación con la muerte de Enrique II en 1189. Después de años de cautiverio, la fortaleza innata de Leonor y su pronta recuperación le permitieron vivir hasta los 82 años de edad y ver como sus hijos transformaron el escenario político de Europa, incluido su hijo más legendario.



Desde el poderío de las monarquías medievales, pasando por los fieros escenarios de una guerra de religión en Medio Oriente y los refinamientos e intrigas de las cortes europeas, hasta alcanzar la soledad de un prisionero y el gozo de una mujer anciana por el éxito de sus hijos, Leonor de Aquitania ha sido una de las mujeres más longevas y mejor recordadas de la Edad Media, un personaje capaz de ostentar un título memorable a libertad del autor: la mujer de mil vidas.



¿Qué tan lejos crees que te llevará la vida?




 



Aprende más:

She Wolves: England's Early Queens - Matilda and Eleanor - British Documentary https://www.youtube.com/watch?v=RQbPBsuRoG8




Fuentes:

Imágenes:


Ducado de Aquitania del sur al centro de la actual Francia:

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