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Especial -Raíces de Occidente: Roma

Autor: Fermín Beguerisse Hormaechea


Actualmente, la civilización occidental podría parecernos bastante familiar, incluso podríamos asemejarla a un miembro de la familia o amigo cercano que si no fuese por su ausencia o nuestra distancia no reconoceríamos su entrañable valor; un paralelismo muy próximo a la crisis identitaria que hoy sufre Occidente por una exposición internacional que, si bien le ha beneficiado, también ha confrontado su identidad.



Bienvenido a este especial de Compass. Guiándote por la Historia, donde a manera de un viaje civilizatorio ahondaremos en las raíces que dieron y dan vida a Occidente, segunda parada: Roma. [Conoce la primera parada haciendo clic aquí]



Si pudiéramos resaltar dos ideas romanas que marcaron el pensamiento de Occidente estas serían: la República y el Derecho.



Del latín Res publica, que quiere decir "asunto público", la República es una de las invenciones romanas de mayor relevancia que ha logrado desafiar los límites del tiempo y a su vez nutrir gran parte de los sistemas políticos del Estado moderno. Esta particular forma de organizar al Estado, nació en el 509 a. C., después del levantamiento contra el despotismo del rey romano: Lucio Tarquino el Soberbio.



En tiempos de los antiguos reyes romanos, la figura del rey se encontraba adornada por su imperium o capacidad para dar órdenes; el abuso de esta facultad real por Lucio Tarquino el Soberbio, ocasionó que los romanos optaran por establecer un incipiente consulado conformado por dos magistrados, cada uno con igual imperium para así evitar un ejercicio desmedido del poder y promover el mutuo consenso.



Con el paso del tiempo y a la par de sus éxitos militares expansionistas, la estructura de la República romana fue complejizándose; era claro que una responsabilidad tan grande como gobernar la cuenca del Mediterráneo, difícilmente podía recaer en un ínfimo puñado de personas. Fue así que se crearon nuevos magistrados, dividiéndose entre aquellos con más y aquellos con menos imperium. Por un lado, se encontraban los roles con alta capacidad de mando, es decir el Senado, los Cónsules, los Pretores y la Comitia Centuriata; mientras que, por el otro, se encontraban con menos imperium los Cuestores, el Concilio y los Tribunos de los Plebeyos (más adelante crecidos en poder), los Ediles y los Censores.



Inicialmente los Cónsules eran quienes elegían un nuevo Senado cada año. Sin embargo, pronto el cargo de Senador se volvió vitalicio, convirtiendo al Senado en la institución más estable dentro de la estructura de la República romana, con capacidad para manejar la política exterior (una facultad vigente en varias Repúblicas modernas), manejar la tesorería de la República y aconsejar al Cónsul en su toma de decisión. Si bien el consejo de los Senadores no era legalmente vinculante, en la práctica resultaba difícil para el Cónsul ignorar un senatus consultum, pues, comúnmente al finalizar su mandato, éste se integraba más adelante al Senado para cubrir una posición vitalicia, y nadie quiere tener enemigos para el resto de su vida laboral.



Una de las características fundamentales de las Repúblicas es el equilibrio de influencias por medio de pesos y contrapesos que regulen el imperium o el ejercicio del poder; un balance primordial que de alterarse resulta en ejemplos tan claros como el de senadores conspirando para asesinar a Julio César o el de magistrados populares cuyos seguidores logran incendiar el Senado, como fue el caso de Publio Clodio Pulcro en s.I a.C. Siguiendo este principio fundamental, la República romana continuó a lo largo de la historia robusteciendo su estructura mediante organismos de alto imperium como: Los Pretores y la Comitia Centuriata. Por un lado, los Pretores ejercían la justicia y a su vez eran elegidos por la Comitia Centuriata, un organismo representado por terratenientes que elegía a Cónsules y Censores, estos últimos representando un magistrado de menor imperium que se encargaba de la supervisión de la moralidad pública y de realizar el censo de la República, una labor titánica para las dimensiones de un territorio como el de la entonces Roma.



Ahora bien, a manera de evitar caer en una timocracia o gobierno de ricos al estilo de Solón el ateniense (s. VI a.C), se crearon organismos de bajo y mediano imperium donde el pueblo común y las clases más bajas adquirieron representatividad. En primera instancia podemos encontrar la Comitia Tributa una asamblea de ciudadanos romanos que elegía a Ediles y Cuestores, los primeros encargados de resolver asuntos comerciales menores y los segundos encargados de la recaudación de impuestos, un papel que todo profesionista moderno percibirá sumamente vigente. En segunda instancia debemos destacar el papel del Councilium Plebis, una asamblea de la clase plebeya donde se aprobaban resoluciones, se realizaban juicios, se discutían asuntos relacionados con las condiciones de los plebeyos y se elegían a los Tribunus Plebis o tribunales que intervenían en favor de las clases más bajas; el imperium de los Tribunus Plebis creció con el tiempo hasta poder vetar las acciones del mismísimo Senado y de los Cónsules.


[Diseñado por Fermín Beguerisse Hormaechea]


No obstante, un equilibrio de poderes republicano no funciona sin un efectivo Estado de Derecho o cumplimiento de la ley, para lo cual se gestó, desarrolló y concretó el derecho romano, la base de muchas de las legislaciones utilizadas actualmente en los países occidentales.



Para varios estudiosos el culmen y la expresión más completa del derecho romano es el Código de Justiniano (527-565 d.C), el cual aterriza varios de los elementos que se articularon para la grandeza de Roma, tales como: las instituciones y sus principios básicos, las Digestas o colección de escritos jurídicos, el Codex o recopilación de leyes, las Novellae o innovaciones legislativas del propio Justiniano, y el Corpus iuris civilis o leyes que gobernaban la administración civil. En resumidas cuentas, este código retrata la evolución y maduración del pensamiento jurídico de Roma, mismo que sirvió de base para el gran Imperio Bizantino y que fue redescubierto por Europa Occidental en el siglo XII para bien y posteridad del orden, la justicia y el poder de una civilización milenaria: Occidente.



Y tú ¿encuentras más elementos romanos en la realidad social, política, económica y cultural que te rodea? Al final, nuestra actualidad ha sido forjada por nosotros y los miles que nos precedieron, y tal vez, si escuchamos bien, percibiremos el espíritu romano que aún resuena en la vida de Occidente.


Representación del Senado en la obra: Cicerone denuncia Catilina, fresco de Cesare Maccari s.XIX


Gracias, te invitamos a seguir descubriendo más de las Raíces de Occidente el próximo martes por la noche con la tercera ciudad de este especial: Jerusalén.

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